Los Fundadores de Aventuras en Pedelec - Susanne Brüsch, periodista y Ondra Veltrusky, director de expedición - cruzaron estepas impresionantes y paisajes de montaña de Mongolia con Pedelecs y energía solar. En su gira de varias semanas que iniciaron en el centro geográfico del país, la antigua capital de Karakorum, los aventureros pusieron a prueba el funcionamiento de los motores Bosch que estaban montados en sus bicicletas, y que estaban limitados a 45 km/h. El duo se puso en marcha con 50 kilos de equipaje cada uno y en sus carritos, paneles solares para recargar las baterías. Esta es su historia.
Las bicicletas elegidas para ir a través de colinas y valles, y con calor y lluvia fueron la nueva 29 pulgadas de Kreidler y la modelo Delite de Riese & Müller., las dos propulsadas por dos motores limitados a 45 km/h.
Esos no eran los motores originales. Recuerdo que cuando llegaron las bicicletas al taller de Ecomo21, Uwe Schelemender y yo las probamos en una ruta de 100 kilómetros a través de caminos en el Jura de Suabia. En aquel momento nos parecieron fiables pero poco potentes para el trabajo que iban a realizar.
Susanne y Ondra nos cuentan que el terreno bajo sus ruedas fue de lo más variopinto: prados, senderos de arena y piedras, tuvieron que pasar pantanos y ríos, algunos días llovió torrencialmente y todo estaba llenos de barro, otros días levantaban una polvareda impresionante. Para navegar se valieron de un mapa y una brújula, y claro, del consejo de los lugareños a través de señas con manos y pies.
El reto era, pues muchos enchufes no hay en la estepa de Mongolia, tener energía suficiente durante todo el mes que duraba el tour, y así ser auto suficientes. Uwe y yo les construimos la estación de carga de energía con unos paneles solares semiflexibles, montados en la estructura del carrito, marca Tout Terrain, que llevaron como apoyo para cargar su equipaje. La gran experiencia de Uwe en construcción de artilugios fue vital para el buen desarrollo del tour, pues el trabajo había que hacerlo en solo un par de días. Y no es que haya por ahí cosas que se pueden comprar y montar. A la estructura del carrito le montamos un par de triángulos en su parte delantera y trasera, que soportaban los paneles. Estos a su vez estaban dentro de un marco de aluminio que construimos para la ocasión. Para poder mover los paneles y situarlos de la mejor forma posible para utilizar los rayos de sol de forma eficiente, nos valimos de un simple tornillo en un final y de una bola de arrastre de bicicleta en el otro.
Los paneles de 21Wp medían más o menos 1 m de largo por 33 cm de ancho. Se usaron 4 de ellos para formar dos conjuntos iguales. La conexión para cargar las baterías fue otra buena historia que contar, pues el cargador de la batería Bosch, con 5 pins, hubiera necesitado una batería intermedia, un convertidos de voltaje, los cargadores y después la batería Bosch.
“Olvidaos de esa configuración” fue la respuesta de Uwe. “El peso va a ser demasiado, y aún tenéis que volar con todo, más la energía que se pierde en el proceso es muy alta”.
La alternativa fue usar un cargador universal mVelo, de la desaparecida empresa Sunload, que en realidad en su momento fueron inventados para este justo propósito. Un cargador como este no existe en el mercado, al menos que nosotros conozcamos.
Estos estupendos cargadores ya fueron usados por Susanne en su Tour de Sahara a través de Marruecos en el 2011. Afortunadamente, cuatro de ellos todavía estaban a mano. Y a pleno sol y con los paneles bien orientados, se podían conseguir 42Wp. De modo que para poder cargar la batería de 288 Wh Susiy Ondra necesitaron una media de 7 horas.
Eso si, transportar 50 kilos de equipaje, más su propio peso corporal a través de caminos, prados, barro y arena, gasta mucha energía. Incluso usando el modo Tour que solo ayuda hasta los 20 km/h, parece ser que consumía mucha energía. Por ello nos dicen que la autonomía publicada se reducía al menos en 20 km.
La pregunta que muchas veces les vino a la cabeza fue: ¿De verdad vale la pena venir con una bicicleta eléctrica en vez de una convencional, con todo el trabajo que hemos realizado de preparación? Susanne Brüsch dice “La respuesta es sin duda un si rotundo. Debido a la ayuda del motor pudimos hacer rutas muy diferentes. A 30 km / h de velocidad de crucero en pistas llanas y lisas, aún con la pesada carga, fue divertido. Si el recorrido lo hubiéramos tenido que hacer con bicicletas normales, hubiéramos sudado la gota gorda todo el día, lo que también significa energía, como pudimos comprobar cuando se agotaban las baterías. Aunque fue divertido apagar el motor de vez en cuando para disfrutar del ejercicio y probar como ruedan las bicicletas sin el motor, algunas pistas embarradas y otras empinadas, no las pudiéramos haber recorrido sin los vatios extra que nos daba el motor Bosch”
“Los lugareños nos trataron muy bien, y sin su ayuda no hubiéramos podido quizás haber tenido tanto éxito en nuestro viaje” añade Susanne. “Tuvimos suerte en no tener problemas o accidentes en el viaje. Así nos pudimos ocupar de otras cosas más interesantes, como la carrera entre bicicleta eléctrica y caballo que propusimos. Algunos se rieron, seguramente pensando que eramos demasiado inocentes. Con el caballo al trote pudimos mantenernos cabeza a cabeza, pero al galope nos faltaron unos cuantos vatios más para poder seguir el ritmo. Aparte de esta acción acelerada, aprendimos mucho de la forma de vida nómada y tranquila de los habitantes y fue estupendo cambiar a un ritmo de vida diferente del que estamos acostumbrados”
Texto: Andrés Moreno y Susane Brüsch
Fotos: Susanne Brüsch y Ondra Veltrusky